Bertha Laura Barrientos Beverido - Sesshin en domingo (junio 2011)

Meditar: Equilibrio en el desequilibrio

El propósito para convocar a este retiro es la necesidad de dedicarle más tiempo a la meditación y por un tiempo, más concentrado y frecuente. Sólo sentarse. También con el propósito de que, a través de esta práctica, podamos acercarnos al interior de nuestra mente y sus patrones, a la complejidad y confusiones que tienen lugar en el corazón de cada uno, ¿Por qué todo esto…? Encuentro fundamental cultivar un espacio de silencio, refugio y austeridad en medio de la violencia que se vive en el país entero. Para mí, sólo desde la meditación puedo afrontar este deterioro y a defender la necesidad de bienestar. En lo personal la práctica diaria, aunque mínima, de la meditación me da algo de templanza para examinar mis acciones, y tratar de vivir una vida menos egocéntrica, menos focalizada en la recompensa fácil, inmediata e inconsciente.

La realidad es una responsabilidad compartida, la construimos cuando elegimos individualmente… el potencial de ofrecer lo mejor de nosotros mismos es infinito, momento a momento, ¿estamos asumiendo esta responsabilidad?

Creo que puedo aventurar que todos hemos llegado a la meditación a consecuencia de una búsqueda de sentido (una búsqueda muchas veces intuitiva e incierta). No es casual estar aquí. Entre más observo la forma del zen y la manera en que los maestros y practicantes de décadas se aproximan y relacionan con personas y hasta con los objetos, más perplejidad siento.

En esta búsqueda de sentido, como mujer y como ciudadana, para expresar mi necesidad espiritual, me topé con los libros de Viktor E. Frankl (El hombre doliente y El hombre en busca de sentido, entre otros). Frankl, un terapeuta vienés, a diferencia de Freud, estuvo capturado en los campos de concentración Nazi, y sobrevivió. Fue justo en los campos de concentración, con personas a punto de perder la vida de forma trágica e injusta, que él desarrolló, y puso en práctica, este tratamiento terapéutico para recuperar el sentido de la vida, aun ante la destrucción, para expandir la capacidad de sufrimiento aun frente lo atroz, para encontrar felicidad aun en el vacío existencial ante el abuso de poder.

En mi lectura -más como curiosa, paciente (de psicoterapia) y meditadora-, Frankl pudo ver que, hombres y mujeres no están reducidos a pulsiones resultado de la represión y motivados sólo por la satisfacción hacia el placer y/o el poder (Freud), limitados a la hiperracionalización (Kant) y definidos por procesos fisiológicos y determinismos genéticos.

Para Frankl la realización humana dependía del reconocimiento de una innata búsqueda de sentido, una motivación que mueve a hombres y mujeres, una búsqueda que se ve amenazada por guerras o totalitarismos.

La realización del sentido de la vida es la realización espiritual, así lo defendió Víctor Frankl, esto supone una transformación en cómo atender al dolor. En este punto me parece que la propuesta de este psicoterapeuta se acerca más que muchos pensadores occidentales a la Primera Noble Verdad que enunció el Buda: la realidad del dolor intrínseca a la existencia.

A mi entender he hecho una fusión del pensamiento de Víctor Frankl y mi práctica zen para poder sobrellevar el día a día.

Me encuentro sensible al sinsentido que nos golpea y no me satisface escuchar que la historia de la humanidad siempre ha sido así: una y misma lucha cruel por sobrevivir y poseer comida, combustible, estatus, objetos, adeptos…

Un refugio, un antídoto y una opción para no ceder al fatalismo, la autocompasión y la falta de alegría, es la práctica de (atención desnuda, atención plena), práctica derivada del Budismo Zen y la psicoterapia occidental y aplicada a la medicina por Jon Kabat-Zinn –de quien hoy tomo notas-.

Mindfulness, es un verbo. La atención es un verbo más que un sustantivo, atender es algo que hacemos. Atender, poner atención, nos activa y nos calma simultáneamente.

La práctica de la atención plena se ha aplicado para reducir el estrés a consecuencia de un desequilibrio crónico en pacientes terminales, depresivos o con ansiedad, insomnio y otras afecciones (sueño con que universidades, hospitales y otras instituciones de servidores públicos en Xalapa y en México, echen a andar programas y grupos para entrenarse en la práctica de la atención plena).

Atención desnuda es lo que hemos estado practicando este domingo en Montaña Despierta, al estar sentados, caminando, comiendo, trabajando, descansando.

Contra la brutalidad, o si esa palabra fuera demasiado… contra la hostilidad diaria que nos inunda, la meditación tiene efectos curativos o al menos, paliativos, aunque, como otras medicinas, tenga algo de agridulce –¡qué tal molestan las rodillas!

Distintas manifestaciones de estrés alteran: la capacidad de aprender, la memoria, la actividad del corazón, los niveles de azúcar, la forma de metabolizar y hasta de relacionarnos. El estrés crónico (físico, mental o emocional… individual o en colectivo) deteriora y puede derivar en depresiones severas, enfermedades cardiovasculares (infarto, presión alta, etc.) y desórdenes metabólicos. El estrés influye en las emociones y genera irritabilidad, rechazo… agudiza nuestra neurosis.

¿Qué efectos tiene la práctica de atención plena, la práctica frecuente de la meditación…?

  1. decrece la percepción severa del dolor
  2. incrementa la habilidad para tolerar el dolor y la habilidad para tolerar la incapacidad, por enfermedad o situaciones imprevistas y adversas
  3. reduce la ansiedad y el estrés
  4. en ciertos casos disminuye la adicción a analgésicos, ansiolíticos, antidepresivos, tabaco y otras sustancias
  5. genera apertura a otras opiniones sobre los padecimientos físicos o emocionales que aquejan
  6. apoya la determinación y constancia para mantener un tratamiento
  7. incrementa la motivación para llevar un estilo de vida con una dieta balanceada, actividad física, etc.
  8. enriquece las relaciones personales
  9. mejora el sistema neuroendócrino e inmunológico
  10. estimula el aprendizaje, sensibiliza a escuchar y despierta energía y vigor

Me confieso una “optimista trágica” y me es necesario recordar que hacemos zen no para ser buenos o mejores, sino debido a la experiencia directa (en carne propia, como decimos), de que: “haciendo menos hacemos más”. Es importante no olvidar que hacemos esto no para cambiar el mundo o para ser perfectos, sino por el gusto de intentar compartirlo. Treinta minutos de meditación es un gesto no violento, donde, tal vez, por un segundo, dejemos de latiguearnos por lo que hacemos mal o de vanagloriarnos de lo que hacemos bien…

Un retiro es un contenedor muy noble, y meditar es una oportunidad preciosa y valiosísima para darle la bienvenida –y la despedida- a todo: el equilibrio y el desequilibrio, la vida y la muerte, la ganancia y la pérdida, el florecimiento y la destrucción, la pasividad y la acción, el compromiso y la indiferencia, el dolor y el alivio.

Dicen que la paciencia es una forma de fe. Meditar es ser paciente de forma activa. Sin moverse es posible hacer las paces con el cambio incesante, e irse amistando con nuestra respiración (sea ésta entrecortada por la incertidumbre o profunda de plenitud).

Gracias por haber hecho posible este retiro.

Bertha Laura Barrientos Beverido

Montaña Despierta

Primer sesshin en domingo

26 de junio del 2011